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La comunicación digital está dejando en evidencia nuestras peores miserias

"Mi ojo RGB", ver el mundo a través de los medios

Tengo días tratando de aglomerar algunos argumentos y evidencias que sustenten la hipótesis que da título a este post. El contenido tóxico que abunda en las redes sociales, los bulos, las campañas orientadas a desinformar, el bullying, la publicidad invasiva, los juicios ligeros de valor. Todo junto al mismo tiempo en un timeline, estaba provocando que tirase del teclado (no ya de la pluma y la tinta) y comenzara a teclear algunas ideas, para mí y para los que quieran leerme, sobre la comunicación convulsa del Siglo XXI.

No había encontrado algún hecho que pudiera darme el hilo conductor, ni siquiera los desmanes informativos con el huracán Irma me daban el impulso suficiente para hacer registro de mis ideas.

Y entonces pasó…

Camino de mi casa a la oficina luego de almorzar, tomo el metro, un miércoles cualquiera en un metro de una gran ciudad europea con gente de múltiples culturas usando todos sus móviles.

No, este tampoco es el hilo, esperen… Entre la gente llama la atención un hombre, contextura extremadamente delgada, gafas oscuras, muy agitado, tiene su móvil en la mano pero está tomando fotos en el vagón. Esto me alerta. Pero no lo suficientemente rápido, en segundos, ¡click!, la cámara del móvil me apuntaba como un revólver.

En medio segundo se me mezcló la adrenalina, la sangre Caribe de mis orígenes, mi rabia, y como una pantera me dirigí hacia el sujeto, para estudiarlo bien, antes de abordarlo. Sólo alcancé a ver la foto de mi barriga en su chat de Whatsapp con una frase escrita en letras (muy grandes, creo que tendría problemas de vista) “¿Cómo se puede vivir siendo tan gordo?”

Percibí la cara pálida del hombre ante mi “¡Mira!” no pude decir más, nunca vi a alguien huir así, ni siquiera a un carterista. La gente pensó que me había robado. Y estaban en lo cierto, me robó mi espacio digno.

Luego pensé: Pero, ¿Qué hizo este hombre?, ¡acaba de fotografiar a un periodista!, y a uno que sabe que las fotos son documentos o testimonios, pero que puede bien recrear una historia para quienes le leen.

No quise llegar tarde a mi oficina por perseguir a un espíritu en pena, así que preferí caminar y aguantar mi molestia para escupirla como argumento en este post.

¿Crítica a los nuevos medios?, ¿Son nuevos medios?

Hace unos 50 años los ahora medios tradicionales de comunicación comenzaron a generar tal cantidad de reacciones de la sociedad y, desde ella, de los intelectuales que los estudiaban, que se generaron teorías que hacían críticas hacia el efecto que producían en la sociedad.

Muchas de estas teorías, (tranquilos no las voy a recopilar en este post) querían reflejar a un hombre desprovisto de herramientas ante el acoso de la tecnología y las empresas mediáticas, que sucumbía y se deshumanizaba frente a ellas.

Algunas, con las que comulgué y comulgo aún hoy, pese a todo, centraban su atención en la capacidad del hombre de educarse ante los medios, de producir un anticuerpo hacia los mensajes y el efectismo de la comunicación que producían.

Aún hoy, estas teorías son debate en escuelas de comunicación de universidades en Latinoamérica, pese a que ya los medios tradicionales no tienen la influencia social que tenían hace 20 años.

Lo que me asombra de estos últimos años de la incursión de las nuevas tecnologías digitales de comunicación afianzadas en Internet y el desarrollo de la conexión móvil, es que todos los estudios y sus investigadores se han centrado en sacarle el mejor provecho comercial y funcional a ellos, y no han calado, salvo algunas excepciones, trabajos dignos de crítica al producto resultante del efecto de esta comunicación.

¿Qué tiene esto que ver con mi historia del metro?, ¡todo!, la nueva comunicación digital, posible gracias al desarrollo de aplicaciones para móviles, está dejando en evidencia todas nuestras peores miserias.

Posiblemente algún apasionado de los alcances de estas tecnologías comience a saltar de su asiento por mi afirmación, y asegure que hay infinidad de logros gracias a este tipo de interconexión. No lo dudo, pero ¿A qué precio?

No cuestiono los alcances, critico los efectos muy nocivos que está produciendo este tipo de nueva forma de comunicarnos, que vulnera con facilidad la privacidad de las personas, que cree dar por hecho a todos y cualquiera como editores de contenido y reporteros de sus propias ideas, sin valorar la ética, la moral y hasta los derechos de los demás.

Producir información, compartir ideas, analizar hechos, es un derecho de todos, pero una responsabilidad para la que muy pocos estamos preparados.

Creo fielmente que debe rescatarse el espíritu formativo de nuestras escuelas de comunicación en cada rincón del Planeta, y lograr formar a personas honestas y hábiles para manejar y educar sobre comunicación a la población. Sobre los límites, responsabilidades y riesgos de crear contenidos para apoyar sus ideas, creencias, o teorías. Sobre los mismos límites a los que se pueden llegar para ganar dinero con esto.

Los grandes responsables de que este tipo de personas lleguen con efectividad a infinidad de seguidores con mensajes con contenidos muy preocupantes, somos sin duda los que no estamos haciendo nuestro trabajo, los que no estamos ocupando nuestro lugar en la sociedad. Los comunicadores.

Estas nuevas formas de comunicar está multiplicando un tipo de personalidad con la que es muy difícil convivir y acordar. Personas que creen tener la cualidad de juzgar todo, de decidir la verdad sobre todos los temas, sin sopesar con reflexión todo los ángulos de un hecho. (con la inmediatez se pierde esta capacidad).

Jueces de su vida y de la de los otros, jueces de lo correcto y lo debido, de lo que es bueno y malo, probablemente el gen de una nueva inquisición, en pleno siglo XXI. 

Es nuestro deber educar sobre lo que está mal, violar la privacidad del otro sin su consentimiento para sustentar con un documento audiovisual una idea propia, es un delito, grabar a una persona mientras sufre o se muere, también lo es. No se está haciendo un reportaje, no se está documentando una teoría, se está violentando la vida de otra persona.

Que los seguidores de este tipo de personas, amigos o no, conocidos o no, vean este tipo de comportamiento como normal y disfruten del contenido, es evidencia de falta de educación sobre los límites y efectos de la comunicación.

Probablemente tengan que pasar unos 15 años más para que este tema llegue a las escuelas de comunicación, cuando ya no se pueda remediar el descosido.   

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